COMENTARIO DE LA DIRECTORA

En plena pandemia del Covid-19, mi padre sufrió un derrame cerebral que le dejó paralizada una mitad del cuerpo. Por primera vez en mi vida, mi padre, una persona imponente, se convirtió en un niño al que debíamos cuidar. En el proceso de cuidarlo, me di cuenta de lo disfuncional que es el hogar africano y de lo poco preparados que estaba mi padre y la mayoría de los ancianos nigerianos para la vejez. Mi padre, a pesar de haber recibido una educación, había construido un sistema en el que gente y prácticas familiares tradicionales perjudiciales tenían más control sobre su vida que su familia inmediata. Mis hermanos y yo nos vimos obligados a contemplar impotentes cómo estas prácticas casi acaban con su vida.

A partir de esta experiencia concebí Otiti, para intentar responder a las siguientes preguntas: ¿cómo se transmite el trauma de una generación africana a la siguiente? ¿Cómo es que nuestros mayores apenas se preparan para la vejez y los hijos se ven obligados a cuidar de unos padres ancianos que no están preparados? ¿Cómo afrontar el futuro cuando quedarse inmóvil parece más seguro que ir hacia lo desconocido?

Los temas principales de Otiti son el miedo, las familias disfuncionales, la adopción y el envejecimiento en África. La película se centra en la intersección de todos estos temas mientras exploramos la vida de nuestro personaje principal: Otiti. La joven protagonista se ve obligada a enfrentarse a los retos de la vida para descubrir quién es verdaderamente. A través de su lucha con el compromiso y su familia disfuncional, nosotros, como espectadores, llegamos a comprender mejor la creciente desconexión cultural entre la generación africana de más edad y la más joven, y vemos de primera mano lo difícil que es para la población africana que envejece. La película está filmada en un tono de intimidad, soledad y vulnerabilidad.