COMENTARIOS DEL DIRECTOR

La película plantea muchas preguntas. Cuestiona lo que es realmente una película, pero también qué partes de la historia merecen ser cuidadosamente preservadas y cuáles no. ¿A qué futuro se enfrentarán nuestros países si un día desaparecen nuestros archivos? Se suele decir «un árbol sin raíces no puede crecer». Las películas también forman parte de esas raíces. En El cementerio del cine no se juzga a nadie; no se acusa a nadie personalmente. Lo importante es esta conciencia colectiva de la importancia tanto de producir nuestras propias imágenes como de preservarlas. 

La primera vez que oí hablar de Mouramani fue en Niamey, en Níger. Nuestro profesor de historia del cine nos dijo que la primera película del África negra francófona era Mouramani y no Afrique-sur-Seine. A partir de ese momento, empecé a buscarla. Todo el mundo había oído hablar de ella, pero nadie la había visto. 

«Interpretar» un personaje en esta película fue, en primer lugar, un homenaje al director de Mouramani. El que yo lleve la película es un hilo de la historia; lo hago a través de mi deseo de hacer cine, a través de mi miedo a si tendré éxito o no en esta profesión. Mi personaje es un símbolo de todos esos cineastas que siguen intentando hacer películas lo mejor que pueden. En francés se dice: «Arrête ton cinema» cuando alguien monta un escándalo. Quería que este personaje fuera un ejemplo de alguien que, en realidad, hace su propio cine.

Como mucha gente, descubrí el cine muy pronto y, desde entonces, existe esta conexión mágica entre nosotros. Ver esas bobinas polvorientas y esas salas vacías, es como ver desaparecer junto a ellas los recuerdos de mi infancia. Para mí, el cine es y siempre lo será, un lugar mágico, donde compartir juntos momentos intensos y excepcionales. Mi pasado y mi futuro, están ligados a él.